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¿POR QUÉ NO SE VALORA EL TRABAJO AJENO?

He aquí una pequeña reflexión sobre lo que percibo en relación a  la valoración del trabajo de los traductores profesionales en el entorno empresarial, aunque sé con certeza que esta pregunta no tiene fácil respuesta.

Vaya por delante que cualquier tipo de trabajo debe ser valorado y apreciado, independientemente del contexto en el que este se desempeñe, por esto no llego a comprender los desmanes que se viven en el mundo de la traducción profesional con el asunto de las tarifas.

Dicho lo cual es de justicia que pueda verter aquí mi incomprensión y estupefacción por la falta de valoración del trabajo del traductor profesional por parte de muchos sectores económicos y empresariales.  Aunque no lo es todo, hoy en día, la valoración del trabajo de un traductor autónomo se mide, casi siempre, por la tarifa que el profesional aplica en la realización de su trabajo. NO se tienen en cuenta otros temas fundamentales como la inversión realizada por el profesional en formación y recursos para llegar al punto el en que está, ni la experiencia, ni los años que el profesional, por ejemplo, haya podido vivir en el extranjero.

– ¿Por qué hay agencias de traducción que pagan tarifas miserables a los traductores que, por distintos motivos, trabajan o tienen que trabajar para ellas?

– ¿Por qué al cliente final (empresa o particular) siempre le parecen elevadas las tarifas presupuestadas?

Por desgracia, en este mundo tan globalizado, una de las formas (aunque no la única ni la más eficaz) de diferenciarse de la competencia, sea cual sea la actividad, viene por la competencia en precio. Creo que es una estrategia mala a largo plazo, pero me da la sensación de que también te puede “dejar fuera de mercado” el mantener un principio rector de no moverse ni un ápice de las pretensiones económicas ideales que cada profesional entiende que debería percibir por su trabajo.

Evidentemente, como en todo en la vida, en el término medio suele estar la virtud. Por eso, es justo reclamar una valoración equilibrada del trabajo profesional de los traductores que se refleje en unas tarifas que “hagan honor” a la formación, trayectoria y experiencia de cada profesional.

En definitiva, tendremos que seguir luchando para buscar el equilibrio. Y, sobre todo, para aprender a valorar el trabajo ajeno de todos y por todos.

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